viernes, 29 de junio de 2012

Laberintos del tiempo

Es el paso del tiempo terrenal el que me acongoja. Su voracidad me lastima, su crudeza me amarga y su veracidad me arrastra hacia el dolor. ¿Qué serán de los fragmentos diminutos que compactan momentos hermosos de mi vida en unos años? Los veo dispersos en el aire e intento hacerme de ellos; pero escapan y resbalan de mis manos y vuelan lejos como hojas de otoño que danzan con el viento. Es entonces la perdida de dichos momentos lo que realmente daña a mi ser… ¿O será quizá la incertidumbre del mañana? No lo sé, sólo siento que frente a las agujas del reloj no soy más que un insignificante ser. Mi corazón se encuentra precipitado ante la sorpresa del mañana, ante la abismal distancia que separa lo que soy hoy de lo que seré ante un nuevo amanecer. ¿Cómo dejar una huella ante este mundo tan precipitado? Necesito saber que mi paso por este mundo no será en vano; pero esos relojes derritiéndose sólo me presionan a sentir que no queda tiempo para nada más. Es ahí donde recuerdo lo efímera que es mi presencia acá. Corramos hacia el horizonte, veo que hacia allí está la prosperidad. Dejar de lado las ambiciones y los sueños es el camino. Día a día, construiremos ese sendero hacia el “después”. Donde ya no haya dolor ni incertidumbre. Donde podamos ser seres íntegros de luz… Felices ante todo.

2 comentarios:

  1. Pase a leer un rato. Me gusta lo que escribís.
    Te invito a mi blog.
    http://palabrasdelalma-fe.blogspot.com.ar/

    ResponderEliminar